‘Rockstars’ de los videojuegos: Not Today, Dota 2
Dejaron la universidad y sus ciudades para convivir bajo un mismo techo. Not today, el equipo peruano de Dota 2 –un ciberdeporte de estrategia–, se alista para enfrentar en diez días a los mejores del mundo en Los Angeles, California. Más que viciosos de cabina se trata de ‘gamers’ profesionales.
Hace un mes y medio, cuando Not Today todavía no se convertía en el primer equipo latinoamericano en clasificar a The Summit 2 –ese torneo premium de Dota 2 donde seis equipos competirán y vivirán, cual reality, dentro de una mansión en Los Angeles–, era un quinteto de muchachitos devorados por el miedo. Se encontraban en el Expo Center Norte, un enorme coliseo en Sao Paulo, adonde habían llegado como favoritos para llevarse el Brasil Game Cup.
Fue ese favoritismo anticipado pero sobre todo el hecho de jugar frente a miles de desconocidos lo que los paralizó. Acabaron cuartos, sin premios y con los ojos llorosos. Para colmo, sus fans los trituraron en las redes sociales. Aquel dolor, afortunadamente, les sirvió para juntarse en un cuarto del hotel, doblegar su timidez y soltar sus verdades. Funcionó. A partir de ahí, hace solo un mes y medio, Not Today no perdió más. Han subido tanto en el ranking que ahora marchan 34 en el mundo y son los quintos de América.
Actualmente Dota 2, una versión mejorada de Defense of the Ancients –de donde provienen las siglas–, es uno de los ciberdeportes que mayor impacto ha causado en los jóvenes. Dominado por chinos, americanos y ucranianos, ingresó a los Récord Guinness por ser el videojuego con más jugadores únicos (7.8 millones) de la plataforma digital Steam. Además, repartió más de 10 millones de dólares en premios en la última edición de The International, su campeonato mundial. Es el International, precisamente, el espacio que persigue Not Today. El terreno que ningún latino ha pisado. Hasta ellos.
UNA CASA DE JUEGOS
Desde el 4 de agosto, Smash (Bryan Machaca; Tacna; 22), Místico (Ricardo Román; Lima; 24), Iwo (Iwo Bejar; Cusco; 23), Masoku (Alex Dávila; Lima; 21) y Mihawk (Leonardo Astete; Cusco; 24) viven juntos en el tercer piso de un edificio en Comas. Desde ese día empezó a existir Not Today. Luis Ramos, un ingeniero de sistemas dedicado a la venta de computadoras y a las cabinas de Internet, reclutó a estos gamers que llevaban juntos más de dos años en otros equipos. Les propuso armar una Gaming House (casa de juegos) arriba de su negocio. Los gastos correrían por su cuenta. Solo se preocuparían por entrenar duro y ganar. Todo con miras al International 2015, en julio.
Antes de compartir techo en este minidepartamento de tres ambientes (sala de cómputo, un cuarto con camarotes y un único baño), los cinco gamers solo se conocían vía online. Por eso, tolerar y ceder, como en cualquier convivencia, han sido las claves de un aprendizaje que también se plasma en el juego. En Dota 2 cada uno de los cinco jugadores, representados por un héroe, tiene una función específica. El objetivo es derribar la torre principal del enemigo o acabar con su equipo completo. Smash –lentes, despeinado, short y sandalias– es un especialista en el rampage. O sea, la capacidad de darle el golpe de gracia a sus cinco rivales. Limpiarlos de una.
Por su dominio de las técnicas, por haber sido el top 1 de América, entre muchas otras cosas, es que Smash es el preferido del público. A diario recibe 600 mensajes al inbox, más de 800 likes en cada publicación de Facebook; le dedican cartas, memes y canciones. El apasionamiento ha alcanzado tales niveles que sus fans, en su mayoría hombres, se le regalan y hasta alucinan con su miembro viril. “Supuestamente es joda, pero mucha joda opaca lo que hago”, se queja.
Smash comenzó a jugar cuando sus papás, carniceros, lo dejaban en un 'vicio' cercano al mercado. Al terminar el colegio su padre intentó convencerlo de que estudiara Arquitectura. “Ya no importa lo que estudies pero quiero que seas profesional”, le repetía resignado. Luego de renunciar al segundo ciclo de Ingeniería Agroindustrial por el proyecto, la comunicación entre ambos se redujo a miradas. Hace poco, sin embargo, se dio con una sorpresa. “Mi papá le mentía a sus amigos y les decía que yo estaba en la universidad. Ahora les dice: mi hijo es un jugador profesional que viaja y participa contra los mejores del mundo. Me choca un montón”, afirma Smash quien constantemente recibe ofertas para irse a equipos del extranjero, y asegura haber triplicado sus ingresos gracias a los campeonatos.
Por su parte, Iwo, quien se inició en los videojuegos con el Atari de su madre, siente que con sus pasos firmes está honrándose a sí mismo con un juego como el Dota 2, que en China es considerado como un deporte oficial. “Creían que yo era un simple vicioso, pero en unas semanas estaré tomando desayuno con los Messis y Cristiano Ronaldos del Dota”, celebra.
Mihawk piensa parecido: “Demostraremos que se puede vivir de esto”. Masoku, en cambio, no se ve como un gamer a futuro: “Mi objetivo es ir al Mundial y retirarme winner y joven”, sonríe.
'NO' A LA MUERTE
Son casi las 11 de la mañana del miércoles en la Gaming House. Hoy no habrá rutina de entrenamiento. Hoy habrá competencia. Las clasificatorias al I-League ante Cloud 9, el sexto del mundo. Justamente uno de sus próximos contrincantes en Los Ángeles. Místico, el capitán, limpia el teclado y el mouse como quien prepara las armas. Los demás se despegan de las sábanas, poco a poco. El día anterior se quedaron hasta tarde llenando un formulario para obtener la visa a Estados Unidos. Mihawk bosteza, toma un sorbo de agua y se sienta frente al monitor. Y así uno tras otro.
Antes de la partida, cuando planeaba verlos en acción se me acerca Luis Ramos, su manager, pidiéndome que los deje solos. Que no quiere desconcentrarlos. Que ni siquiera él mismo se quedará.
Bajamos al segundo piso donde Luis ha acondicionado un monitor de 40 pulgadas en su sala para seguir la partida. Mientras cada team elige a sus héroes, aparece Angie, su esposa, que se ha levantado de la cama soñolienta. La batalla, que está diseñada al mejor de tres juegos, empieza. “Son puro push (tumbarse las torres). Por las puras los chicos se farmean (armarse) tan alejados”, comenta después, mientras la pantalla se tiñe de rayos violetas y ráfagas de fuego. Angie asegura que los videojuegos no le llaman la atención pero maneja toda la jerga dotera. Si Luis se mandó con la Gaming House, algo inédito en Sudamérica, es porque no encontró mayor oposición en casa. “Se puede decir que yo tomé la decisión”, dice Angie, quien en un inicio les cocinaba pero que ahora prefiere que coman en la calle para que no estén encerrados.
Luis se mantiene en el sofá, con la mano apoyada en uno de sus muslos. El duelo está muy complicado. Lo sabe. Los europeos de Cloud 9 han neutralizado a Smash, la estrella de Not Today, y lo han matado las veces que han querido. Iwo está enchufado pero no es el día de Masoku. Tampoco el de Mihawk.
El primer juego lo gana Cloud 9 en 47 minutos. Una breve pasada y, de inmediato, comienza el segundo. Siguen aniquilando a Smash. En el chat, la hilera de comentarios se actualiza en segundos. “¿Están jugando del celular o qué?”, “Smash eres mi pastor ¡Vamos!”, se lee. El ritmo se empareja pero el resultado no varía. 2-0 inamovible. Cuando subo para conversar con los muchachos, ya no están. Se han ido a almorzar, quizás algo avergonzados. A las 5 de la tarde participarán en otro torneo. El ritmo es fuerte. Hay días en que disputan hasta cuatro campeonatos a la vez.
–¿Sabes por qué nos llamamos Not Today? –me pregunta Luis–. Es una frase de la serie Game of Thrones: 'Nosotros le decimos a la muerte: hoy no'. Esto solo fue un tropiezo. Ya verás en Los Ángeles.
Vía La República
Texto: Renzo Gómez Vega
Fotografía: David Huamaní
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