Héroes de la escuela | No es magia, es ciencia

La estudiante Kathya Mimbela (16) ganó el primer puesto del Premio Mercosur de Ciencia y Tecnología con un sistema peculiar para reducir el plomo del agua del río Rímac con cáscara de huevo y pepa de aceituna.


La curiosidad científica de Kathya Mimbela Barrera, estudiante de cuarto año de secundaria del colegio San Roque, en Surco, ha traído un premio Mercosur al país gracias a su trabajo "Desplazamiento Simple y Bioabsorción de Plomo II en las aguas del río Rímac mediante Cáscara de Huevo y Pepa de aceituna".

Su proyecto, que resuelve de manera ingeniosa y con desechos orgánicos el problema de la contaminación por plomo del río Rímac, fue producto de dos largos años de trabajo.

Desde primero de secundaria, Kathya forma parte del club de ciencia de su colegio: a sus clases de lunes a viernes, suma tres horas de aprendizaje en ciencias cada sábado, espacio que está a cargo de Luis Mimbela, profesor de Química, Biología y Bioquímica en el colegio y, además, su padre.

Cada año, los chicos se agrupan en nodos o duplas de alumnos de diferentes años y crean un proyecto para inscribirlo en las competencias nacionales e internacionales de ciencias en los que su trabajo pueda encajar. Junto con Nicolás Núñez Machuca, que cursaba quinto de secundaria en 2011, ambos desarrollaron este peculiar sistema de purificación de agua.

El nacimiento del proyecto

A comienzos de 2011, la intención de hacer un nuevo trabajo estaba, pero luego de talcos antimicóticos y medidores lumínicos caseros, Kathya quería dedicarse a un proyecto que pudiera ser aplicado para contrarrestar un problema de su entorno. "Estaba en busca de un problema que resolver. Vi un video de una ingeniera sobre los efectos de la contaminación por plomo y decidí buscar una solución al alto contenido de plomo en el agua del Rímac" explica.


El nivel máximo de 0.05 mg de plomo, cuenta, es superado en muchos tramos del río, y a pesar de haber sido aprobadas cinco propuestas para crear un sistema de purificación de plomo en el Rímac, nada se ha implementado aún por sus altos costos.

La misión de Kathya se convirtió, entonces, en buscar una alternativa económicamente viable para su objetivo. Se propuso buscar de qué manera podía llevar las reacciones químicas que ensayaba en su clase de ciencias al plano de la realidad e investigar, dentro de los desechos orgánicos más comunes, compuestos químicos que la ayudaran a convertir el plomo en otro elemento para así poder separarlo del agua.

"La idea es que, si existía un metal en el agua, tenía que encontrar cómo intercambiarlo con otro metal para descontaminarla. Comencé a ver trabajos de otros lugares donde usaban grapas de uva para descontaminar metales pesados, y comencé a pensar cómo podría usar otros desechos orgánicos para lo mismo".

Fue así que comenzó a probar con lechuga, lentejas, cáscara de plátano y hasta pelos de coco para conseguir su resultado. A pesar de haber conseguido resultados con la cáscara de plátano, al final optó por usar cáscara de huevo y pepa de aceituna.


La razón era una: recolectar una cantidad considerable de pelos de coco o cáscara de plátano de manera periódica para hacer que su sistema de purificación funcionara a gran escala, hubiera resultado imposible. Indagando, encontró que podía encontrar una abastecimiento seguro de al menos una tonelada y media diaria de pepas a través de las plantas deshuesadoras de aceitunas, y también aseguró el abastecimiento de cáscaras de huevo con diversas granjas avícolas de la capital.

Su profesor y papá, que la asesoró en el proyecto, la ayudó a aterrizar sus capacidades en la química para lograr su objetivo. "La idea no es pensar por ella, sino ayudar a que tenga los conceptos claros y pueda decidir por sí misma por dónde quería llevar su proyecto. Primero estudiamos los cinco tipos de reacción química, y cuando escogió el desplazamiento simple de metales, comenzamos a buscar cómo lograr esa reacción con desechos naturales" explica Mimbela. Luego, el éxito fue producto del largo tiempo invertido en probar, fallar y acertar con la fórmula y tiempos exactos para que su teoría resultara.

Llega el premio

Tras llevarse en 2011 un segundo puesto en la Feria Escolar Nacional de Ciencia y Tecnología del Concytec (Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica), presentaron el experimento al Concurso Ciencia y Tecnología de Mercosur, que este año estaba interesado en propuestas de innovación en salud, una categoría en la que el sistema de descontaminación de Kathya y Nicolás encajaba a la perfección.

Como su compañero Nicolás pertenecía ya al sistema universitario, Kathya presentó el trabajo dentro de la categoría de iniciación científica escolar junto a su padre en categoría de asesor y tras meses de idas y venidas de documentos para demostrar la eficiencia de su propuesta, la estudiante se enteró el pasado 19 de octubre, justo el día de su cumpleaños, que había ganado el primer puesto en la competencia.

Este premio abre muchas puertas a Kathya, que ha decidido dedicarse a la química, y ya tiene hasta elegida su carrera con especialidad y todo: tecnóloga en laboratorio clínico con especialización en anatomía patológica. "El próximo año viajaré a Brasil a hacer una pasantía de biología molecular en el laboratorio LNBIO. No creo que me dejen agarrar muchas cosas, pero espero regresar con nuevos conocimientos" dice emocionada. Toda una promesa.




Texto y fotos: Tatiana Palla
Fuente: Perú Educa


Asociación de Comunicadores Escolares del Sur Peruano
ACESP-ONGD

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